Entre los floridanos que actuamos y vivimos hoy en este terruño se mueven tres preguntas: ¿Cuánto tiempo hace que se debatió en el centro laboral, barrio, comunidad, núcleo del Partido o Consejo de Dirección el discurso pronunciado por el presidente Raúl Castro en la última sesión de la Asamblea Nacional?…
¿Qué acciones vimos iniciarse o ejecutamos para llevar a la práctica los distintos conceptos que demandan poner orden, disciplina y control en la sociedad y la economía cubana, y en consecuencia en cada espacio donde actuamos todos?
¿Será esta una nueva convocatoria al criterio y accionar conjunto que se quede en el mero formalismo, en cifras de asistencia y cumplimiento del plan de reuniones, o se convertirá ciertamente en una revolución de combate certero contra la indisciplina y la corrupción, contra el delito, los vicios y conductas que dolorosamente levantaron bandera en medio de nuestro socialismo?…
Este comentario tendrá varios momentos. Pero esta primera entrega la dedicaré a los que tienen la misión de encabezar y conducir la importante batalla a la cual nos llama la Máxima dirección del Gobierno y del Partido: me refiero a las Instituciones estatales, a las administraciones, a los Cuadros y funcionarios públicos, convencido de que solo el ejemplo irradia moral y forja conciencia en el colectivo y en la sociedad.
Para ellos solo unas cuantas muestras de recomendaciones para su consideración…
A partir de ahora mismo, si se quiere ser efectivos en el cumplimiento de la Ley, estar en la vanguardia de la legalidad, y tener la vergüenza necesaria para sancionar al resto sin enmiendas, es imprescindible dejar de lado ciertos privilegios que todavía se apropian algunos como parte de sus responsabilidades administrativas, incluidos el uso, venta o repartición de recursos y medios estatales bajo su mando, en beneficio propio o en el de los mejores amigo y conocidos…
Hacer, desde ciertas jefaturas, lo que se necesita hoy para poner coto al irrespeto, la ilegalidad y el agravio a las normas de convivencia, pasa por la humildad y el vivir de acuerdo con el resto del pueblo, nunca por encima. Desterrar el abuso de poder y escuchar, de verdad, el criterio de la gente, investigarlo, sopesarlo y adoptar medidas que solucionen los problemas de forma definitiva y No con parches ocasionales que dejen lugar a las dudas y las suspicacias…
Conozco de administradores y funcionarios cuyo prestigio NO admite manchas: revolucionarios, limpios y entregados al cumplimiento de la tarea confiada por el pueblo.
Pero usted y yo sabemos de NO pocos simuladores, hipócritas de doble, triple y hasta múltiple moral, según el momento; de esos que manipulan NO solo a los coterráneos y representantes del barrio sino también hasta a las estructuras superiores de su organización laboral con regalos sutiles, falsas palabras y beneficios que corrompen y laceran la dignidad y valor de la verdad en el resto del colectivo…
Son ellos, escondidos bajo el manto de una falsa honestidad, las papas peor podridas del saco de males que pretende sacudirse nuestro socialismo…
Es inaplazable, sin fanatismos pero con el control, la vigilancia y la cooperación popular, sacudir ciertos árboles para desprenderle aquellas manzanas pútridas y contagiosas que tanto daño hacen…
Para ir delante de los demás es preciso ver mejor, hacer mejor, cumplir con el deber y hacerlo cumplir con respeto… Ser transparente y estar convencidos del por que de cada acto y discurso ante el grupo y la sociedad que evalúa minuto a minuto a quien lo dirige, para decidir luego si avanza sin reservas por la ruta que demanda esa voz.